Durante más de 30 años, Francisco de la Torre Muñoz ha recorrido la Península transportando maquinaria de López Garrido. Ahora, tras tres millones de kilómetros en su odómetro (¡tres millones, que se dice pronto!), ha llegado el momento de prejubilarse y disfrutar de un merecido descanso.

Como ya hicimos con nuestro compañero Juanele en esta entrada del blog, hemos hablado con Francisco para que nos cuente cómo ha sido trabajar al volante del camión de López Garrido, cuál ha sido su relación con la empresa y cómo se plantea esta nueva etapa vital.

Conduciendo desde la juventud

Francisco obtuvo todos los permisos de conducir en el ya desaparecido servicio militar. Cuando lo empezó, y a pesar de su juventud, ya contaba con experiencia en la conducción. «De pequeño cogía el camión para ayudar a mis hermanos y empecé muy joven a trabajar en una empresa agrícola que se dedicaba a la retirada de cereales y abonos durante el invierno, reparto a fincas y cortijos…». Esto hizo que, al llegar a la mili, supiera hacer el doble embrague al camión, «algo que a esa edad no sabía hacer casi nadie», por lo que fue el candidato perfecto para formarse y poder conducir distintos vehículos

Tras terminar el servicio militar, continuó trabajando en el campo, hasta que recibió la llamada de Juan López Garrido y se animó a probar, nos dice. Recuerda los inicios como «muy duros»: «Antiguamente no era como ahora. Se echaban muchas horas, trabajábamos de sol a sol, pero para mí lo importante fue comprobar que los jefes trabajaban tanto como yo. No eran gente de corbata, estaban siempre al pie del cañón».

Una relación más allá de lo laboral

Según Francisco, «al principio había jornadas en las que llegaba a la fábrica en Guadalcázar cuando ya era de noche, me encontraba allí a los responsables de la empresa y aprovechábamos para ir a tomar algo juntos. Además de trabajo, teníamos una relación de amistad, me trataban como a uno más».

Así fue con la primera generación. Con la segunda, la relación era “de hermanos” y la tercera y actual “me trata como a un padre. ¡Si de pequeños los llevaba en el camión!”, recuerda.

Francisco cuenta con orgullo que todos lo han tratado siempre con el máximo respeto. “Enseguida se dieron cuenta de que soy un trabajador responsable y de fiar. Nunca se han metido en mi trabajo, tenía total libertad para tomar decisiones respecto al camión. Eso no es fácil de encontrar hoy día”.

Dos camiones en 30 años

En el tiempo que ha trabajado en López Garrido realizando su ruta por España y Portugal, Francisco ha conducido dos camiones, haciendo alrededor de 1,5 millones de kilómetros con cada uno de ellos. El segundo, que ha conducido los últimos años, lo ha dejado “como nuevo”.

“Me ha gustado mi trabajo, siempre me he ocupado del mantenimiento de mi camión, gracias a la confianza que depositaron en mí, y estoy muy contento de terminar mi etapa laboral sin tener accidentes ni provocarlos”.

“He llegado a la meta. Soy muy feliz”

Tras padecer hace años algunos problemas de salud, Francisco empezó a cuidarse y, a día de hoy, dice no haber comprado nunca un décimo de lotería. «No lo necesito, soy la persona más feliz del mundo. Tengo dos hijos, tres nietos y a mi mujer, que es lo que más quiero en la vida; he hecho muchas amistades en el trabajo y tengo un pequeño terreno con almendros, olivos y un huerto. A estas alturas, solo puedo pedir quedarme como estoy«.

Francisco considera que lo importante es haber llegado bien a la meta, sin denuncias ni accidentes, habiéndose ganado la amistad y confianza de sus compañeros y de la familia López Garrido. Destaca que, ahora que se ha prejubilado, ha habido clientes portugueses y de toda España que lo han llamado para desearle lo mejor en su nueva etapa.

El futuro de López Garrido

A falta de solo siete años para que López Garrido cumpla su centenario, le preguntamos cómo ha visto la evolución de la empresa y cómo cree que será su futuro.

Según Francisco, las tres generaciones que han estado al frente de López Garrido han tenido siempre clara la importancia de invertir en la empresa, en mejorar sus máquinas agrícolas y en que los trabajadores estén bien, no en ellos mismos: «No compran fincas, no malgastan los beneficios, siempre reinvierten en la empresa para estar al día. Los actuales responsables han sabido apostar por la tecnología e innovación para no quedarse atrás en este sector tan competitivo. Además, la exportación internacional ha sido clave en su crecimiento».

Finalmente, hace un llamamiento a las nuevas generaciones: «Es un verdadero lujo que un pueblo tan pequeño como este tenga una empresa tan grande y profesional. Ahora lo que hace falta es gente joven que se forme y tenga ganas de trabajar y prosperar en una empresa con un gran futuro”.

Puedes conocer más sobre la historia de López Garrido en nuestra web y contactarnos si estás interesado en trabajar con nosotros.